Los drenajes subterráneos son aquellos elementos constructivos que tienen por objeto disminuir las presiones de poro o impedir que estas se acumulen, captando y conduciendo las aguas freáticas o de infiltración a lugares donde no causen problemas. La cantidad de agua recolectada por un sistema de subdrenaje depende de la permeabilidad de los suelos o rocas y de los gradientes hidráulicos.
Los métodos convencionales consisten en usar muros tipo Milán (muros diafragma) a modo de pantalla, hacer una impermeabilización con una imprimación de una emulsión asfáltica aplicada en la cara exterior del muro de la construcción y rellenar con material granular los espacios entre el muro Milán y la pared de la edificación. Estas instalaciones no son fáciles de realizar debido al espacio limitado para que los operarios puedan hacer estos trabajos. El costo, el tiempo de ejecución, el espacio requerido y la dificultad aumentan cuando las profundidades de la obra son grandes.
La aplicación de geosintéticos como drenajes subterráneos, también conocidos como drenes prefabricados o geodrenes, son la respuesta ingenieril a los problemas de conducción de aguas no superficiales. Su función es recoger y redirigir grandes volúmenes de agua (mucho mayores que lo que permite un sistema tradicional) lejos de la estructura o del sitio de los trabajos. Para conformar este sistema drenante e impermeabilizante, se coloca el colector que recoge toda el agua captada por el geodrén y el drenaje vertical de membrana consistente en un geocompuesto que, por su disposición vertical y plana no requiere los grandes volúmenes de excavación que las soluciones tradicionales necesitan.